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| Uno de los directores vivos más influyentes de la historia del cine, prepara su despedida con una carta de amor a lo que siempre fue y será su gran amor: el Cine con el que creció. |
Por: Deadman.
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Introducción:
Sin duda, Quentin Tarantino es amado y odiado en grandes proporciones, por igualmente gran número de personas y, a diferencia de otros grandes directores que han dejado un legado, Tarantino ha logrado algo que pocos (dentro de estos grandes) ha podido: que la gente sencillamente no pueda ser indiferente a su trabajo, a la visión que tiene de cómo debe ser hecho, visto y entendido el cine.
Quentin es un snob, pero un snob que ha sabido ganarse el respeto de sus colegas y de la crítica más añeja, más cadavérica y más reaccionaria (lo cual, ya es mucho) así como sin duda, ganarse por completo el cariño, la devoción y la admiración sincera de sus fans, de la gente que ya solo por leer "Dirigida por Quentin Tarantino" hacen desde ya, una cita con el Cine y eso, al señor Quentin es lo que le parece más importante.
Sin embargo Once Upon a Time in Hollywood, llega en un momento histórico donde las redes sociales, los keyboard warriors, las políticas de género y lo frágiles que se han vuelto las masas están en un punto de ebullición que solo presagia algún tipo de crisis humanitaria que ojalá, no derive en lo que ya la humanidad ha atestiguado: radicalismo, sectarismo, fanatismo y todos esos ríos solo suelen tener una salida: el mar de la guerra. Así pues, Tarantino sabe que esta realidad actual, es el terreno más árido que ha pisado jamás, en donde sus ideas y conceptos en pantalla tienen poco espacio y mucho prejuicio... una actualidad que no le gusta nada.
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| La nostalgia de ver de nuevo sus calles, sus entornos y su realidad hacen de muchísimas de las escenas de esta película, un extracto valiosísimo no solo de los recuerdos de Tarantino, si no de sus ideales. |
